Los tiempos de aprendizaje son distintos para cada persona. Hay quienes van más rápido y quienes van más lento. Eso no significa que alguien sea mejor o peor. Sin embargo, está muy difundida la idea de que quienes aprenden antes, aprenden mejor. Eso es falso y es el docente el que puede trabajar para evitar ese error. El periodista David Epstein lo explica con maestría en su libro Amplitud.
Primera idea a derribar: no hay que sentirse atrasado por haber empezado después en algo o haberlo entendido después que otros. Dar los primeros pasos como un niño prodigio no es el único camino de alcanzar el éxito.
Segunda idea a derribar: la velocidad no hace a la calidad ni a la profundidad ni a lo memorable del aprendizaje.
Epstein señala que hay una diferencia entre los problemas que se resuelven con un procedimiento en comparación con los problemas que se resuelven desde lo conceptual. Lo procedimental es una cadena de pasos que hay que seguir. Por ejemplo, las fórmulas matemáticas que se memorizan y se aplican en el colegio. Los problemas conceptuales necesitan del pensamiento abstracto, construir una idea que nos permite arribar a una solución, pero sin procedimiento duro y con la necesidad innegociable de entender los por qué de esa construcción. Por ejemplo, la interpretación política de un momento histórico.
En los colegios, en especial en las ciencias duras, se enseñan los procedimientos sin atender el por qué. Y más: si el docente a cargo observa que alguien tarda demasiado en resolver, por ejemplo una ecuación, suele simplificarle todavía más el procedimiento sin darle tiempo a que el alumno habite la dificultad.
Según Robert Bjork, hay que brindarle a los y las estudiantes escenarios de dificultad deseable. Esto significa avanzar de un modo más lento y complejo, pero también cimentar el entendimiento a largo plazo. Simplificar al máximo los procedimientos solo consigue resolver en lo inmediato y olvidar. No hay proceso. Y el docente es el principal responsable de que esto suceda.
Epstein suma al abordaje de Bjork la idea de Aprendizaje interpaginado, en el cual aparece la repetición espaciada y la interdisciplinariedad. Los problemas se mezclan –incluso aquellos de otras materias y asignaturas– para generar una conexión y un razonamiento más amplio. El resultado: aprendizaje complejo y a largo plazo.
Los ejemplos usuales que aparecen cuando se abordan estos temas son los de Diego Maradona, que dominaba el balón antes de los 2 años, Wolfgang Amadeus Mozart, que pudo escribir de oído una obra polifónica a los 6 años y otros destacados personajes de la historia que se destacaron de muy chicos. Pero son excepciones. Ejemplificar desde la excepción no cumple función alguna. Los ejemplos, en especial cuando se discuten procesos de enseñanza y aprendizaje, sirven en tanto son parte de una media.
La idea de especializarse de pequeños, de que es mejor entender todo enseguida, suena muy atractiva y es fácil de entender. Sin embargo, está lejos de ser el camino más recomendable. Los resultados más destacados suelen encontrarse mientras se avanza en la complejidad. El tiempo depende de cada persona. Bienvenida la heterogeneidad.
