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Axel Rivas: cómo educar en la pandemia

El investigador analizó la situación compleja que impacta en las escuelas, en los chicos, en las chicas y en las familias. Las veinte ideas principales de la charla que brindó para la Comunidad CADS.

19 / 08 / 2020

Un momento muy particular, difícil e incierto. Esos fueron los conceptos que eligió el investigador Axel Rivas para describir la situación inédita que atraviesa la educación en la Argentina, consecuencia de la pandemia de Covid-19. Según explicó, escuelas, docentes y alumnos viven un proceso de mutación de identidad y de sus emociones. Y lo están viviendo como pueden. Estas son las veinte ideas principales que desarrolló a partir de su concepto Pedagogía de la excepción, mediante el cual explica el impacto de las circunstancias sociales, económicas y sanitarias en el escenario educativo.

Incertidumbre

No se sabe cuánto va a durar esta situación, ni sabemos cuándo se va a reestablecer la nueva normalidad. Por eso estamos obligados a postular nuevas posibilidades de acción que contemplen esta excepción, desde las clases dentro del aula hasta en la educación física. Hay que armar ideas sobre la marcha, porque todo es nuevo. Las familias sostienen la situación como pueden. Hay que proponer acciones y propuestas, hay que dialogar desde la teoría, pero es fundamental que sea un diálogo operativo porque es un momento en el que hace falta movimiento, el movimiento de la excepción.

Didáctica

La pedagogía de la excepción tiene un correlato en la didáctica, el eje central es el diseño de las propuestas didácticas. El orden ha mutado, el grupo de clase cambió, el día a día cambió. Se perdió la temporalidad y buena parte del currículum: ya no se puede enseñar todo lo que se pensaba enseñar. Con una situación muy distinta en la educación inicial. Se alteró la situación emocional. Este movimiento obliga a reorganizar la docencia desde la planificación didáctica. Hay que volcarse más hacia las propuestas que generen mayores dosis de disfrute y sentimientos de apropiación. Que los alumnos sientan que se apropian, que manifiesten y vean el fruto de su propia acción. Hay que producir placer y sentido.

El equilibrio entre enseñar y entretener

Esta operación, el movimiento de la obligación al disfrute, es una discusión que viene desde hace décadas. Hay una idea un poco inocente que todo se puede aprender desde el placer. Sin embargo, existe el sentimiento del deber, la pulsión a la disciplina. Hay actividades que no sabemos bien para qué las hacemos pero que estamos obligados a hacerlas. Esas actividades hay que ponerlas en pausa. Al haberse interrumpido la presencialidad tenemos que considerar la excepción como un paso para reorganizar el concepto de lo que estamos enseñando. Esta propuesta Pedagogía de la excepción no es una propuesta de diversión. Es el punto de equilibrio entre aquello que tenemos que enseñar y aquello que puede ser disfrutable y de apropiación. Nosotros producimos aprendizaje, no producimos entretenimiento.

El alumno como sujeto de conocimiento

Hay una pregunta central: cómo hacemos una escuela a la distancia que produzca aprendizaje que genere sentido, que sea significativo, que genere juegos con la familia. Este tipo de aprendizaje va a ser más limitado. Pero al menos los alumnos van a ganar el sentimiento de sujetos del conocimiento. Logremos que los alumnos quieran hacer más actividades, leer nuevos libros y que entiendan por qué lo hacen. Hay que introducirlos en un lugar de actores. Hay que introducirlos en un espacio de aprendizaje autónomo.

Construir sentido

Hay que evitar una traducción liviana del orden escolar. Hay que pensar cómo hacer para llegar con sentido a los alumnos. No es cuestión de elegir menos contenidos y seguir con las mismas metodologías. Hay que esquivar la lógica de las actividades sueltas y simples que sólo se pueden hacer. Los alumnos que no entienden para qué sirve lo que hacen pueden sentirse alienados.

Iteración

Las propuestas de los docentes tienen que lograr un escenario continuo, y que cobre fuerza en esa continuación. Hay que planificar con más de un docente, en especial en el Nivel secundario. Esto es básicamente la lógica del trabajo por proyectos.


El nexo con las familias

Hay que proponerles a las familias una escuela participativa, que no sea un espacio sólo de orden obligatorio. Las actividades tienen que dar que hablar en el hogar porque estamos en el hogar. Esto implica de manera inevitable que las propuestas tengan una doble dosis, una doble cara: una propuesta para el alumno y para la familia.

Las familias y el aprendizaje

Hay familias a las que les cuesta mucho introducir el aprendizaje en el hogar. No es porque no tengan la capacidad. A veces hay una toxicidad para el aprendizaje. Tal vez somos padres y madres fantásticas, pero no sabemos enseñarles a nuestros hijos. A veces el aprendizaje sucede cuando los padres están fuera del proceso. Cuando los chicos están fuera de la casa. La casa es otro contexto donde no quiero que mi papá y mi mamá me obliguen a nada. Esto cambia totalmente el vínculo y es necesario entender ese nuevo vínculo. Hay que crear propuestas que puedan dialogar con la diversidad de esos vínculos. Por eso la idea de juego, de narrativa, de cierta complicidad con las familias.

El nivel primario

La necesidad de hablarles a las familias es fundamental en el Nivel primario. Hay tres tipos de discursos en este sentido. El primero, el que indica qué hacer frente a la actividad. Los padres tienen que participar. El segundo, comunicarles para qué sirve esa actividad, cuál es el sentido de lo se está haciendo, por qué es importante. Esto ayuda a que los padres dialoguen. Y el tercero es darle a la familia indicaciones de estrategias de aprendizaje. Son dimensiones que la escuela siempre debería haber trabajado y rara vez lo hizo. Son estrategias para que las familias y los chicos sepan cómo focalizarse, cómo concentrarse, cómo hacer síntesis. Hay que generar estrategias de rutinas para que se puedan organizar. Hay que planificar doble.

El nivel secundario

El gran gatillo es trabajar de forma interactiva con videos, con comentarios, con lecturas. Cualquier ciclo en el cual logremos encontrar qué pueden producir y cómo pueden dialogar entre ellos. Una buena actividad es el nexo para poner en movimiento a los adolescentes. Hay que darles opciones y darles más espacios de decisión. Hay que ganárselos. Generarles un desafío y aprender qué funciona y qué no. Hay que promover las actividades en grupos para generar intersubjetividad.

El nivel inicial

En el nivel inicial, en esta circunstancia, la institución está educando a las familias. Uno necesita total mediación de las familias. Ahí es fundamental dar buenas rutinas y consignas para trabajar con los chicos. La empatía quiere decir que uno puede sentirse cómodo con los sentimientos del otro. Que puede navegar al otro. Las familias son muy distintas. Los niños están pasando un proceso muy distinto al que ya vivían. Ante se completaba la educación en la casa. Hoy la educación está en la casa.

El nivel superior

En este nivel los alumnos son adultos y hay más posibilidades de independencia. Hay otra vida puesta ahí. Si los alumnos tienen conectividad se puede sostener buena parte del edificio institucional previo. Incluso las calificaciones. Se van a perder contenidos, no es lo mismo, pero se pueden sostener las columnas. Nos adaptamos mejor que en el sistema básico.


La evaluación

No hay que atiborrar a los alumnos y a las familias de actividades. Por el contrario. Hay que darles cierta libertad y espacios optativos para que puedan elegir. Hay que producir hitos en los cuales se entrega este proyecto, hay que construirlo. La evaluación debe ser una retroalimentación, ahora que no tenemos que poner notas. Este proceso deber tener una retroalimentación muy cercana. La devolución deber ser bien cercana con un mensaje que le sirva al alumno para que se sienta acompañado. El alumno, así, va a sentir que vale la pena lo que está haciendo.

La soledad

El alumno en su hogar siente soledad y es muy distinta la soledad del alumno en el hogar que en la escuela. Frente a esta situación, los docentes necesitan más retroalimentación. El ideal sería que a fin de año se le pueda devolver al alumno un informe conceptual sobre sus avances, que permita acreditar lo que hizo, reconocer su esfuerzo, sacarle el componente de la nota y sobre todo darle una idea de proceso. Tratar de incentivar que haga un diario del aprendizaje. Generar la reflexividad. Si hacemos buenas devoluciones, ya armamos nuestros informes de evaluación final.

Los y las docentes

Un buen docente en clase puede no ser un buen docente online. Hay que saber sobre qué dimensión estamos hablando. Hay un componente central: la motivación de los alumnos. Es muy difícil hacer la traducción de un mandato político en la clase, porque genera mucha confusión. Es un dilema no tener notas. Tampoco es tan simple reemplazar la nota por la motivación. Y el docente no se puede convertir en un motivador de un momento a otro. El orden escolar en el cual nos manejamos nos llevar a actuar por obligación, para cumplir, para pasar. No se puede transferir eso de golpe a un orden utópico de la motivación o el placer puro. La verdad es que hay un vacío en esos dos órdenes y hay que alimentarlo.  

El aprendizaje

Hay un restablecimiento del orden escolar que funciona sobre el deber y el valor del esfuerzo, pero tenemos que apelar más a construir en nuestra propuesta didáctica y no tanto desde el discurso motivacional. Cuantas más capas, más niveles y secuencias tenemos, uno es mejor profesional. Vamos a poder pensar mejor estos temas. Incluir a las familias y explicar para qué enseñamos lo que enseñamos no es natural. Y va a ser revelador. La pregunta por el sentido del aprendizaje requiere respuestas múltiples. Si no hay respuestas sólidas, algo estamos haciendo mal.

Nuevas lógicas

Hay que interpretar a Google, a los videojuegos y a las redes sociales como universos de aprendizaje. Hay que trabajar en la idea del sistema educativo ampliado. Hay que recodificar el aprendizaje. Si ese universo digital captura la atención de los chicos de una forma tan eficiente, nosotros tenemos que aprender de esas nuevas lógicas como planificadores y educadores. Tenemos que conquistar a los alumnos y alumnas. La escuela es una invitación a un tema, a una disciplina, a un área de la ciencia. Tenemos que imaginarnos al sujeto de aprendizaje para planificar con eficiencia. Tratar de entender cómo se sienten los alumnos con lo que le proponemos más allá de la obligatoriedad. Ese es el camino. La obligación tiene patas cortas.

Desigualdades

Esta situación está agigantando las desigualdades en el sistema educativo argentino. Es la nueva desigualdad entre aquellos que tienen o no tienen conectividad. Y las escuelas que pueden o no pueden acceder a la información. Hay tres grupos claros. El primero, la escuela tiene clases online, puede recrear algo en el vínculo del docente con su grupo. El segundo, la escuela sólo tiene algún tipo de acceso y se mantiene en contacto con herramientas mínimas. Y el tercer grupo es el que apenas tiene continuidad y retroalimentación.

La dimensión humana

Sea cual sea la situación de la escuela, lo importante es la dimensión humana, darle lugar a los afectos para estar cerca del otro. Desde la institución, es importante ser cartógrafos de los alumnos, saber dónde están. Ubicarlos. Saber si tienen dispositivos, si pueden trabajar, si tienen conexión. Ese mapeo nos tiene que dar un disparador de cómo generar una reparación para las desigualdades. Hay que tener en cuenta la situación de los más débiles.

La comunidad

Hay que darle un sentido de comunidad a lo que nos está pasando. Tenemos que estar sensibles a las necesidades de los demás. Tenemos que sentirnos acompañados y acompañar a otros. Estamos aprendiendo más que nunca antes. Estamos todos buscando tips, viendo qué funciona y qué no funciona, en lo digital y en los contenidos. Todas estas situaciones de excepción nos darán herramientas para planificar mejor el día después. Aunque tenemos que detenernos a pensar en el hoy, en la pandemia. Bastante demanda nos genera eso. Ya tendremos tiempo de pensar la escuela del día después. Habrá cambios futuros, sin duda. Pero no nos podemos preocupar por eso ahora.

 




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