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Educación física y género

La escuela debe promover la convivencia, la participación, la cooperación, la solidaridad, la integración social y la pertenencia grupal.

25 / 08 / 2021

El equipo docente puede promover relaciones igualitarias entre alumnos y alumnas a través de sus propuestas. La escuela contribuye a generar los valores básicos de la sociedad en la que está inserta. En las sociedades occidentales, ciertas representaciones hegemónicas establecen claramente un mundo de lo femenino y un mundo de lo masculino y esto impacta fuertemente en las ideas de cuerpo de mujeres y cuerpo de varones.

El modelo tradicional de enseñanza de la Educación Física, fue partícipe a lo largo de su historia en la construcción de cuerpos masculinos y femeninos otorgando a su vez, prácticas diferentes para cada uno que se siguen reproduciendo no sólo en las clases mismas sino también en el discurso de propios y ajenos. Estas se mantuvieron naturalizadas durante mucho tiempo ya que se encontraban (y aún se encuentran) arraigadas en el inconsciente colectivo de la sociedad. En la vida cotidiana vivenciamos escenas que nos parecen naturales vinculadas con la práctica deportiva. En este contexto, es común tener ciertos comportamientos, decir y/o escuchar determinadas cosas, aceptarlas como comunes y habituales.

En la escuela, las diferentes formas de hacer, sentir o decir promueven prácticas de competencia, discriminación y estigmatización que pueden establecer y reproducir violencia simbólica en los vínculos. El libro “juntos pero no revueltos” de Aisenstein y Scharagrodsky [1] refleja algunos enunciados, como por ejemplo “jugás como una nena” o “si se siguen pegando salen del juego y van a jugar con las chicas”.

Así también, un pensamiento instaurado durante décadas asocia a la Educación Física exclusivamente con el aprendizaje y la práctica de deportes. Estas se ven reducidas a la eficacia de las técnicas deportivas para alcanzar los mejores niveles de eficacia.

En consecuencia, el énfasis está puesto en las diferencias físicas, y las particularidades del desarrollo biológico diferenciado asumen mayor importancia que cualquier otro criterio a la hora de, por ejemplo, formar los equipos para jugar. Esto refuerza los argumentos para separar a varones y a mujeres.


La perspectiva de género, ha devenido actualmente en un componente inevitable de las sociedades democráticas y del modelo de desarrollo orientado hacia el crecimiento con equidad. Ello requiere la integración de esta perspectiva de manera sistemática y transversal, incorporando al conjunto de prácticas sociales, entre las que se encuentra la Educación Física escolar.

El abordaje y los lineamientos curriculares de la Educación Sexual Integral (ESI) en alguno de sus apartados promueve:

  • La reflexión sobre la competencia en el deporte y en las clases de Educación Física mixtas.
  • La promoción de relaciones igualitarias entre nuestros alumnos y alumnas a través de nuestras propuestas.
  • El cuestionamiento de la adjudicación de roles estereotipados entre varones y mujeres.


Estos apartados permiten cuestionar, reflexionar y modificar ciertas “naturalizaciones”. Para que lo anteriormente mencionado ocurra, como docentes debemos promover el aprendizaje de una convivencia escolar.

La escuela es una formación social en dos sentidos: está formada a partir de la sociedad y a la vez expresa a la sociedad. Lo que se habla en cada escuela es el lenguaje particular de la sociedad.

La escuela puede ser el único lugar donde los estudiantes acceden al conocimiento de nuevos juegos y deportes, y allí debatir en relación con el juego/deporte y la competencia, el juego/deporte y la participación real de todos los jugadores, el juego/deporte y el cuerpo, el juego/deporte y la cooperación.

Podemos intentar la enseñanza de contenidos poco abordados que afiancen el diálogo y la confianza entre los estudiantes, que redundan en el cuidado y el respeto del cuerpo propio y el del otro. En segundo lugar, podemos poner a disposición de ellos herramientas para ensayar el pensamiento estratégico, la elaboración de nuevas reglas, el descubrimiento de distintas capacidades que habilitan un mejor desempeño.

A través de los juegos y deportes basados en los métodos activos, los alumnos y alumnas pueden aprender a negociar, modificar, acordar y respetar las reglas que posibilitan la igualdad de oportunidades para todos y todas. De esta forma, se constituyen espacios privilegiados para promover la convivencia, la participación, la cooperación y la solidaridad, así como la integración social y pertenencia grupal.


La convivencia escolar alude fundamentalmente a uno de los temas básicos de la pedagogía: el aprendizaje. Para que el aprendizaje sea posible, los intercambios entre todos los actores de la institución (alumnos, docentes y padres) que comparten la actividad en la escuela y que conforman esa red de vínculos interpersonales que denominamos convivencia deben construirse cotidianamente, mantenerse y renovarse cada día, según determinados valores. Sólo cuando en una institución escolar se privilegia (y vivencia) la comunicación, el respeto mutuo, el diálogo, la participación, recién entonces se genera el clima adecuado para posibilitar el aprendizaje. Convivencia y aprendizaje se condicionan mutuamente.

La convivencia se aprende. Es más, es un duro y prolongado aprendizaje en la vida de todo sujeto, pues sólo se aprende a partir de la experiencia.

Por otra parte, la convivencia enseña. De ella se aprenden contenidos actitudinales, disposiciones frente a la vida y al mundo que posibilitan el aprendizaje de otros contenidos conceptuales y procedimentales.

La escuela contribuye a generar los valores básicos de la sociedad en la que está inserta. Los valores de la escuela influyen sobre los alumnos. Es por eso que si deseamos una sociedad más justa, democrática, reflexiva, ética e igualitaria… nuestras clases y nuestros patios deben ser justos, democráticos, reflexivos, éticos e igualitarios.

Para finalizar, lo “naturalizado” durante mucho tiempo, fue dictaminado por un sistema machista (que aún hoy perdura en nuestra sociedad). Poco a poco se fueron cuestionando y visibilizando estas problemáticas y hoy día, estamos sembrando semillas para una sociedad más libre, igualitaria, solidaria y justa. Las clases mixtas de Educación Física son un paso importante pero no suficiente.

He aquí el rol y el compromiso docente para fomentar estos valores promoviendo y enseñando a través de una convivencia escolar justa e igualitaria para todos y todas.

por Lucas Shimabukuro
Estudiante del profesorado de Educación Física. Este trabajo fue presentado para la materia Configuraciones Culturales del Sujeto Educativo de 3° año, a cargo de la profesora Ana Van Gool.

 

[1] Ángela Aisenstein y Pablo Scharagrodsky: Tras las huellas de la Educación Física argentina. Cuerpo, género y pedagogía 1880-1950. Buenos Aires, Prometeo Libros, 2006.





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