El sedentarismo es uno de los mayores males de la sociedad moderna. Las horas de inactividad, por lo general frente a las pantallas, tienen un impacto negativo en nuestra salud física y mental. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el sedentarismo es uno de los principales factores de riesgo para enfermedades no transmisibles, como las cardiovasculares, diabetes tipo 2 y cáncer de colon. Se estima que el sedentarismo es responsable del 9% de las muertes a nivel mundial, por encima del tabaquismo.
El mismo impacto tiene en la salud mental. Hacer ejercicio a diario disminuye las probabilidades de desarrollar depresión y ansiedad, dos de las patologías que más se observan en los consultorios psicológicos y psiquiátricos de América Latina, incluso entre la población joven. Por eso es fundamental construir hábitos saludables, llevar un estilo de vida activo y hacer ejercicio regularmente.
En la certificación virtual Del sedentarismo al entrenamiento funcional, a cargo de los entrenadores Sergio Favuzzi y Rodrigo Ricon, profesores de Educación Física, entrenadores y preparadores físicos encuentran herramientas teórico-prácticas actuales para iniciar a las personas sedentarias en un recorrido que les mejore la calidad de vida, a través del entrenamiento funcional. Los siguientes son consejos para trabajar con esta población.
Una persona sedentaria tiene que comenzar con ejercicios suaves e ir incrementando la intensidad a medida que su cuerpo se adapta. El entrenamiento funcional se basa en movimientos naturales del cuerpo, como caminar, correr, saltar o levantar objetos, por lo que puede empezar haciendo estos ejercicios simples de manera progresiva.
El entrenamiento funcional no requiere de grandes equipos de gimnasio. Se puede empezar haciendo ejercicios con el propio peso corporal, como sentadillas, flexiones de pecho o planchas. Estos ejercicios van a ayudar a ganar fuerza y resistencia, además de mejorar la postura.
El entrenamiento funcional no solo se trata de fuerza. También es importante hacer ejercicios de cardio –los que aumentan el ritmo cardíaco– para mejorar la capacidad pulmonar y cardiovascular. Tres clásicos son saltar la cuerda, correr o hacer burpees. Siempre, dentro de sus posibilidades, sin forzar ni sobreexigir a la persona.
Cualquier persona que recién comienza en el entrenamiento funcional tiene que buscarse la asesoría de un entrenador. El profesional tiene que guiar la rutina en cuanto a la intensidad y duración de los ejercicios, además de evitar lesiones. En nuestra certificación virtual, pensada para profesionales, se enseñan rutinas concretas, diseñadas específicamente para la población sedentaria que quiere romper con su inactividad.
El entrenamiento funcional puede ser divertido si se lo comparte con amigos o en grupo. Además, se puede ir buscando variantes de los ejercicios para no generar aburrimiento en la repetición. Otro punto muy recomendable es llevar los ejercicios al aire libre. Lograr que las personas sedentarias salgan de la casa aumenta la motivación.
Lo más importante es que las indicaciones del entrenador sirvan para construir el hábito, hasta consolidar una rutina. El entrenamiento funcional es una excelente manera de mejorar la calidad de vida, tanto en lo físico como en lo mental. Estos simples consejos prácticos sirven como guía en los primeros pasos para que las personas sedentarias disfruten de un día a día saludable.