El reloj marcaba las 20.45, el 10 de junio de 2000. El seleccionado mayor masculino de Bélgica debutaba en la Eurocopa que organizaba junto a Holanda. Triunfo en casa 2 a 1 sobre Suecia en la primera fecha. Sin embargo, la ilusión de pasar la fase de grupos se esfumó con derrotas ante Italia y Turquía (ambas 0-2). Fue un golpe de realidad. Kris Van Der Haegen, entrenador UEFA y parte del staff de la Federación de Bélgica, comenzó un trabajo de reconstrucción lento pero profundo después de ese episodio. Los puntos principales fueron capacitar a los entrenadores, repensar la formación deportiva de los niños y las niñas, redefinir el trabajo individual y, sobre todo, modificar culturalmente la perspectiva que se tenía del fútbol.
Fue una tarea ardua. Pero los resultados están a la vista. Así lo explica en una charla exclusiva que desarrolló en el canal Comunidad CADS, en YouTube:
El fútbol belga se enfoca en desarrollar las calidades individuales. Según Van Der Haegen, eso hace la diferencia. De Bruyne, Lukaku, Hazard y los mejores jugadores son los que transforman con sus características a un equipo. No obstante, el rol del conductor es determinante en la formación de futbolistas. Los entrenamientos en la actualidad se basan en el desarrollo individual. El entrenador es la clave del progreso del jugador porque lo organiza. Así asegura Kris con conocimiento de causa: participó en todas las categorías femeninas y masculinas de las selecciones belgas.
El entrenador tiene que ser un formador. La cultura belga propone esa educación, conectando el juego con el estilo nacional. Los ejemplos, asegura, son los seleccionados mayores. Precisamente el masculino viene de subirse al podio en Rusia 2018. La educación del entrenador no es el aprendizaje de los ejercicios, sino el entrenamiento de la mente para pensar en la mejor manera de aprender fútbol. Todos los jugadores y jugadoras deben saber qué tienen que hacer, sino el entrenador debe dar lugar a la repregunta para que el mensaje sea claro. El ADN belga une a los equipos femeninos y masculinos.
Michel Sablon es una eminencia en Bélgica. Formó parte de los cuerpos técnicos del seleccionado masculino en 1986 (cuando perdieron las semifinales con la Argentina de Maradona), 1990 y 1994. Luego de la eliminación en la Eurocopa 2000, no sólo pensó en un cambio por el resultado. Quiso cambiar el estilo del fútbol de su país. Y creó un manual como guía.
Veinte años atrás, cada uno de los clubes belgas tenía objetivos diferentes, cuenta Van Der Haegen. Sólo se pensaba en ganar en el fútbol del país. Costó, pero con el paso del tiempo la corriente de entrenadores que creía erróneo ese razonamiento fue sumando gente. No fue fácil lograr que los técnicos dejaran de enfocarse en sus equipos y pensaran en la formación personal de los jugadores. Cuando el tiempo hizo funcionar ese proceso, llegó el convencimiento. Primero aprender, después ganar torneos. La búsqueda del manual de Sablon.
La táctica madre, en todas las categorías del seleccionado belga, es el 4-3-3. Pero la enseñanza prioriza la formación de un aspecto determinante, el cual no se encontraba en el gen futbolístico de Bélgica: la creatividad. ¿Cómo la desarrollan? “La libertad de juego es la licencia”, responde Kris. La consistencia es importante, añade. La identidad se mantiene desde la selección Sub 15 a la mayor.
Para entender a los niños hay que mirar con sus ojos, dice el entrenador. ¿Qué propone el modelo belga como iniciación? A los 5 años, entrenamientos y partidos de 2 jugadores vs 2 (en canchas de 20 metros x 12). En esa etapa, dice, los niños quieren driblear y marcar goles. El aumento de cantidad de jugadores llega a su tope a los 13 años, donde comienza el 11 vs 11.
- 3 a 5 años: movimientos y coordinación
- 6 a 7 años (2 jugadores vs 2 y 3 contra 3): exploración con la pelota
- 8 a 9 años (5 vs 5): primera experiencia de juego colectivo
- 10 a 13 años (8 vs 8): juego colectivo medianamente ordenado
- A partir de los 13 años (11 vs 11): juego colectivo ordenado
Kris Van Der Haegen propone que no haya tablas de posiciones hasta los 14 años y que la competencia sea una herramienta y no el objetivo en el ambiente de aprendizaje. De un jugador o una jugadora buscan mejorar la percepción, buena toma de decisiones y ejecución, e interacción de las jugadas con un contexto colectivo.
Les ha ido muy bien en las últimas dos décadas. Y el proyecto continúa.
