A la hora de llevar a cabo cualquier práctica hay que pensar un plan de acción que se adapte tanto al lugar como a la cotidianidad de quienes son parte del espacio. Siendo que el fútbol es, a las claras, el deporte más popular de la Argentina, y que a todos atraviesa de alguna u otra manera, se debe tener en cuenta que se va a realizar una actividad ya de por sí familiar.
En este proceso se trata con chicos que no superan los 11 años, de modo que hay que lidiar con la necesidad del chico de ser visto, de llamar la atención. En relación a eso, y como primera medida, es fundamental presentar cada actividad que se realice como un trabajo conjunto, en donde nadie es imprescindible y en donde se necesita de todos para lograr el cometido. De esta manera, no solo se los prepara de forma más adecuada, si no que ganan en un aspecto fundamental: la idea de que, en el fútbol, la única manera de destacar es si hay un entorno (equipo) que está en sintonía, que acompaña.
Una colonia de vacaciones tiene por fin último que los chicos y las chicas pasen un buen rato. A continuación, una serie de tips con los que se busca una práctica amena, dinámica y saludable.
◼ Contrario a lo que podría ser un programa para adolescentes o adultos, con los chicos se tiene que proponer como inicio una serie de ejercicios bien dinámicos, divertidos y que les requiera un grado de atención alto. Para esto, se recomienda la utilización de materiales con colores diferentes (conos, clavas, tortugas, aros, etcétera). De esta manera, estamos más cerca de conseguir una de las tareas más complejas a la hora de trabajar con chicos: su atención.
◼ Realizar trabajos en torno a una premisa fundamental: jugar en el espacio vacío. ¿Por qué? Porque los más chicos tienden a agruparse siguiendo el curso de la pelota, y el reconocimiento del espacio (esto es, sus metros vacíos, despejados) y su correcto aprovechamiento puede significar una mejora drástica en la dinámica del ejercicio. Por otra parte, el chico va, poco a poco, comprendiendo que en el fútbol es primordial saber ocupar los espacios por donde el juego, aparentemente, no está pasando.
◼ Proponer trabajos en donde el único cometido sea llegar a un punto lejano a través de una serie de pases. De esta manera, el chico necesita inevitablemente de otro para lograr lo que desea. Entonces no solo se está practicando el deporte y puliendo su técnica, sino afianzando valores de compañerismo y confianza en el otro.
◼ Hacer partidos en espacios reducidos para luego pasar a otros de mayor amplitud, o directamente de cancha completa. Con esto se busca que los chicos consigan ligereza y agilidad a la hora de llevar a cabo sus decisiones, para que, una vez que pasen al campo grande, tengan mayor facilidad.
◼ Finalizar cada práctica con un juego. Acá radica uno de los aspectos más importantes a la hora de trabajar con chicos, ya que es fundamental que terminen la actividad con sensaciones gratas. Si se termina de esa manera, es muy probable que el balance de lo anterior sea positivo.