Llegan los chicos y las chicas a un club, a una escuela, a una academia. Tienen expectativa y quieren aprender. Los formadores quieren enseñar. Los criterios que se aplican en la construcción de ese proceso son los que determinan si las clases son verdaderamente significativas o solo una colección de actividades descontextualizadas.
El profesor Pablo Genga, uno de los especialistas que integra el equipo que brinda la certificación virtual La iniciación deportiva: una mirada actual, propone en los siguientes quince tips un análisis sobre cómo abordar la iniciación deportiva en estos tiempos de pantallas y fragmentación de tiempos. Desde los riesgos del sedentarismo hasta la conformación de los grupos. Desde la importancia de capacitarse hasta la mirada a futuro de cada chico y cada chica.
01: Pretender enseñar a niños de la misma manera que lo hacemos con adultos es un error. Sus intereses, necesidades, deseos y posibilidades son diferentes, por lo cual, debemos adecuar la propuesta a ellos. Recordemos que una característica de los mini deportes es que se adaptan las reglas y la estructura a las posibilidades del participante. Sin embargo, a veces eso solo no alcanza, ya que trabajamos con grupos heterogéneos que necesitan que respetemos sus particularidades.
02: Los jugadores no son nuestros. Debemos tener en claro que somos un actor más dentro de la formación deportiva, con lo cual, siempre debemos priorizar el nosotros por sobre el yo. ¿Qué le puedo aportar a mi institución? ¿Cómo puedo colaborar con el deporte de mi país? ¿Cuál es mi rol dentro de mi comunidad? Entender que somos un eslabón más de una gran cadena dentro de la formación deportiva de nuestros niños y niñas es un gran desafío.
03: Enamorar a los chicos y a las chicas del deporte. Ese debe ser el gran objetivo. Agotar todos los recursos posibles para que cada vez más niños y niñas se sumen y, por sobre todas las cosas, permanezcan dentro por mucho tiempo. Las experiencias en las que participen nuestros chicos en esta etapa les quedarán grabadas para toda su vida. Es un período en donde debemos provocar momentos memorables.
04: No se puede enseñar sin pasión. De la misma manera que no se puede enseñar igual que se hacía hace décadas atrás. El deporte, la sociedad y nuestros niños no son los mismos. Los intereses y los tiempos atencionales son otros. Por lo tanto, debemos actualizarnos permanentemente y saber, no solo de deportes sino también de las características de quienes vienen a nuestras prácticas.
05: En definitiva, queremos formar mejores personas usando el deporte como herramienta. Nos interesa no solo el desarrollo técnico, sino también la capacidad relacional, perceptiva, decisional, motriz y los valores vinculados al concepto de grupalidad y de equipo.
06: Durante muchos años la técnica monopolizó la enseñanza del deporte en etapa de iniciación. Luego, en contrapartida, los modelos de enseñanza alternativos propusieron comenzar la enseñanza por la táctica para luego ir a la ejecución. Nuestra mirada busca un equilibrio y una complementariedad: partir del qué, cuándo y dónde para dar sentido al cómo, siempre contextualizándolo en una situación real de juego.
07: El proceso de enseñanza – aprendizaje no es un binomio automático, ya que para que otro aprenda debe existir el deseo y la posibilidad de hacerlo. Para determinar está última, debemos evaluar cuál es el estado actual de sus condiciones y comenzar a proponer a partir de allí. Toda enseñanza que carezca de un diagnóstico estará sustentada en considerar a los jugadores como sujetos universales que carecen de una identidad que los distinga.
08: En los deportes de equipo también debe estar involucrada también la familia. Entre todos debemos brindar seguridad para que los niños se sientan apoyados y contenidos. Es nuestra responsabilidad también enseñar a la familia a cumplir su rol sin excederse ni querer ser los segundos entrenadores. Todo se logra estableciendo canales de comunicación fluidos y explicando desde el primer momento cuál es el objetivo y cuáles son los medios a utilizar.
09: El error es una posibilidad de aprendizaje y un portador de información. No debe ser sinónimo de castigo y tampoco es lo mismo que “no saber”. Se corrige con refuerzo emocional positivo. No se puede hacerlo bien, sin hacerlo mal. No siempre funciona desde la primera vez.
10: Durante mucho tiempo se le dio casi una exclusiva importancia al hecho que los niños se diviertan. Sin dudas que no está mal, pero la diversión sin aprendizaje es una acción incompleta. Y para que haya aprendizaje debemos recuperar el valor de la enseñanza. Nuestra mochila de recursos como formadores debe estar completa de herramientas que nos permitan potenciar la habilidad de transmitir y enseñar.
11: Estamos frente a lo que llamamos La tormenta perfecta. Una serie de factores que concluyen en un aumento como nunca antes del sedentarismo infantil. Clubes con menos espacios libres, exceso de uso de pantallas, posturas incorrectas, escuelas temerosas a que los niños se muevan, espacios públicos cada vez más inseguros y el aumento del consumo de comida chatarra, sumado a las etiquetas que los adultos ponemos sistemáticamente sin darnos cuenta, hacen que tengamos como resultado niños que cada vez se mueven menos. Un enorme desafío para considerar.
12: El conocimiento de las variables que componen los elementos estructurales del deporte nos permitirá recrear cada juego y modificarlo en búsqueda de la propuesta óptima que genere aprendizajes significativos. La creatividad del formato, a partir del dominio y conocimiento de estos conceptos, son aspectos superadores a un fichero rígido y descontextualizado pensado para otra realidad.
13: No solo es importante lo que decimos, sino cómo lo decimos. Gestos, lenguaje corporal, postura, tonos de voz y momentos, son algunas de las variables que harán que nuestra comunicación sea efectiva o carezca de sentido y se pierda en el camino.
14: Debatir si la competencia debe o no estar presente en el deporte formativo es una pérdida de tiempo. Como componente determinante e infaltable en todo deporte, no podemos negarla. Sin embargo, debemos debatir y adecuar los niveles de competitividad que necesitamos para que podamos convertirla en un agente formador.
15: No sabemos cuántos de nuestros niños jugarán a nivel profesional ni cuántos quedarán en el camino. Es por eso que nuestro gran objetivo en esta etapa tan importante en la trayectoria deportiva de nuestros niños es ayudar a formar hábitos saludables, deportistas para toda la vida. No somos los responsables directos de que un niño llegue a ser un deportista profesional, pero sí podemos ser los máximos responsables de que abandone la práctica deportiva.