"Y cuando la tormenta de arena haya pasado, tú no comprenderás cómo has logrado cruzarla con vida. ¡No! Ni siquiera estarás seguro de que la tormenta haya cesado de verdad. Pero una cosa sí quedará clara. Y es que la persona que surja de la tormenta no será la misma persona que penetró en ella."
Haruki Murakami - Kafka en la orilla
por Guillermina Martí
Venimos luchando hace un tiempo contra las pantallas en los niños, declarando su efecto nocivo. Hoy no sólo son indispensables sino el aliado para el vínculo y la única herramienta posible y accesible para la comunicación en todos sus sentidos. La venganza de las Pantallas podría titularse esto si fuera película. Pero es la realidad.
Ante esto necesitamos deconstruir muchas de las recomendaciones que dábamos y resignificar nuestros modos de interactuar y principalmente de enseñar. Los niños y las niñas hace tiempo aprenden de y con las pantallas, quizá a nuestro pesar y por fuera de nuestros objetivos pedagógicos y nuestras planificaciones. Llegó el momento de dar vuelta el tema e incorporarlas como nuestros mediadores privilegiados en tiempos críticos. Pero… ¿cómo?
¿Cómo los docentes pueden transformar los dispositivos en herramientas pedagógicas? ¿Cómo los padres pueden saber qué es educativo o no y cuánto es el tiempo adecuado? ¿Cómo enfrentar la crisis de autoridad que hoy tenemos y que se pone de manifiesto en esta contingencia?
¿Cómo enfrentar, nosotros mismos, los adultos quienes debemos dar ejemplo, nuestras propias acciones, las angustias de la infointoxicación actual (al decir de un experto Santiago Bilinkis) y la de estar 24 horas encontrándonos con nosotros mismos y con la familia?
Algunas cuestiones
1- El tema de la autoridad sobre la cual basamos la asimetría necesaria para la protección y el reparo de los niños y las niñas ha sufrido a lo largo del tiempo cambios paradigmáticos desde los años 1900. El conductismo y el “dame niños sanos y crearé el ambiente y las condiciones para que sean lo que yo quiero” (Watson) fue construyendo un modo de asimetría muy marcada e indiscutible que posteriormente se deconstruye hacia modos más respetuosos de asumir las diferencias, hasta el paidocentrismo exacerbado que entroniza al menor quitándole su posibilidad de buscar refugios y apoyos.
2- Hoy necesitamos reconstruir una autoridad sin el miedo como estrategia mediadora y justificante de la autoridad, la que nos permitirá decidir qué es mejor, qué no, establecer reglas y decidir en favor de lo saludable.
3- La didáctica se realizó históricamente en un formato de clase expositiva, que es matriz de la escuela moderna. Estas situaciones extraordinarias ponen en jaque ese modelo. Los docentes han sido formados en esos métodos y modalidades presenciales, por eso hoy se les hace difícil, en poco tiempo, resignificarlos y repensar modos distantes de dar clase.
4- Convertimos una clase expositiva en un Zoom hablando una hora, o en tareas con largas instrucciones por mail y devoluciones por WhatsApp, con un riguroso cronograma que, cuando se corta internet, hace entrar en pánico a todos y a todas.
5- Pedimos cosas que deben explicar los padres o hermanos sin saber si pueden hacerlo o a riesgo que lo hagan valiéndose de un tutorial que otro creó.
6- Los dispositivos tienen gran eficacia para entretener y encantar. Son creados en función de captar la atención durante el mayor tiempo posible, pero sin preocuparse por cuestiones de salud o bienestar en su uso. Las aplicaciones siguen la misma lógica de captación, alejada de las premisas pedagógicas.
La sociedad de pediatría recomienda una exposición nula a pantallas para niños y niñas menores de 2 años; de 2 a 5 años, 1 hora diaria y mayor vigilancia de contenido. Ante una situación extraordinaria como la que atravesamos, hay buscar soluciones extraordinarias. Entonces ya no hablaremos de cantidad sino de calidad y variedad. O sea, el niño, cuanto más pequeño, debe usar el dispositivo bajo supervisión adulta. Es preferible más variedad y pocas repeticiones. Riqueza y calidad en contenidos. Distribuir horarios. Realizar acuerdos. Elegir aquellos contenidos que generen interacción, obliguen a moverse o a hacer algo con lo que ven.
Los mayores deben saber los objetivos o la intención de la tarea. No generar competencias o que sean lo más tardías posibles. Hay que monitorear y moderar lo que ven o usan, y en paralelo explicarles los mecanismos de captación de las aplicaciones y juegos.
Necesitamos, en medio de esta obligada transformación, romper con los paradigmas de la educación tal cual la conocemos, salirnos del formato clase en el que nos formamos. O sea: deconstruir nuestra formación para crear y para pensar distinto.
El conocimiento se mueve con preguntas, filosofemos con lo que está pasando:
¿Cómo hacer la transformación digital de la educación? Conocer qué tengo, qué puedo y dar vuelta lo que sabemos.
Este es el comienzo ce una revolución. Estamos viviendo la historia. Seamos protagonistas.
La profesora Guillermina Martí tiene a su cargo el ciclo de Cursos de Capacitación docente para Nivel Inicial, de CADS Capacitación Docente.