Hagan el ejercicio de preguntarle al chat gpt qué es el Sedentarismo cognitivo. Spoiler: va a responder que por su actualización no conoce ese concepto. Lo cual es verdad. El gpt está actualizado hasta principios de 2022. Y esta idea es de finales de 2023. Pero acá viene lo mejor: sugiere una definición –bastante cercana– a partir de asociar ideas. Las IA no piensan, asocian y resuelven con precisión.
El chat gpt incurre en un proceso sistemático pero reflexivo. Algo similar a lo que hace nuestro cerebro. Y se entrena para lograrlo con los mejores resultados. A decir verdad, lo entrenan los usuarios todos los días. Le piden que haga el trabajo que ellos no quieren, no pueden o no saben hacer. Así aprende el chat gpt. Nosotros, los humanos, le delegamos el ejercicio mental. Además de no aprender ni profundizar en nada, ni siquiera activamos el cerebro. Lo acostumbramos, de a poco, a mantenerse quieto. Lo cual le encanta.
El cerebro es un órgano perezoso. Durante décadas se habló maravillas del cerebro, como si fuese una herramienta siempre dispuesta a recibir órdenes y ejecutarlas con la máxima predisposición. Esto no es así. Por el contrario, el cerebro evita el estrés bajo cualquier circunstancia. Intenta no moverse, no aprender ni desaprender nada. Se siente cómodo en la inactividad y busca bajo cualquier circunstancia resolver todo con los recursos que tiene, muchas veces equivocados, forzados y hasta peligrosos. Desde ahí se analiza el inmenso y maravilloso mundo de los sesgos cognitivos.
Quien solo tiene un martillo ve todo con forma de clavo. Esa frase ilustra el escenario de los atajos mentales. Pensamos mal, reflexionamos sin profundidad, hablamos de lo que no sabemos, opinamos de los temas que no dominamos. Todo el tiempo. Al cerebro no le importa. Prefiere estar quieto y resolver el mundo con un martillo y nada más. Le es mucho más fácil tomar lo que conoce y descartar todo lo demás. Para darle más recursos hay que entrenarlo, ponerlo en crisis, ejercitarlo. Al cerebro no le gusta, pero se puede. Eso sí: las inteligencias artificiales pueden ser una amenaza para lograrlo.
El concepto Sedentarismo cognitivo está trabajado en el libro Artificial - La nueva inteligencia y el contorno de lo humano, de Mariano Sigman y Santiago Bilinkis. Ellos dicen, con buena espalda de datos, que delegar todo a las IA puede generar la pérdida de las estructuras básicas de la cognición humana. Los niveles atencionales (la capacidad de concentración), la competencia lectora, el uso correcto y complejo del lenguaje, el pensamiento lógico, la resolución matemática, todo está en riesgo de implosión.
Vamos perdiendo habilidades. Una muy simple: quienes nacieron antes de la estandarización de los teléfonos celulares, tenían que recordar el número de teléfono de su casa y de sus amigos. La agenda digital pulverizó esa necesidad, a tal punto que ya no recordamos ninguno. Si nos pasa algo y no tenemos el celular estaríamos imposibilitados de llamar a alguien cercano. Son nueve o diez números que nos van a resolver una urgencia. No los tenemos más en la cabeza. Están en un chip y dependemos de ese chip.
Este ejemplo mínimo sirve para entender que ejercitamos la memoria cada vez menos. Desde esa nimiedad hemos evolucionado al chat gpt, que hoy es capaz de escribir una tesis de grado comparando autores que no leímos y proponiendo un punto de vista novedoso. Es excelente que la tecnología ofrezca soluciones, lo que no es excelente es que reemplace las habilidades que nos han permitido sobrevivir como especie.
1- Bajar los niveles de ansiedad y aprender a habitar el aburrimiento. El aburrimiento es un estado creativo en potencia. Es saludable aburrirse. Buena parte del aprendizaje requiere del aburrimiento.
2- Entrenar la voluntad de aprender y descubrir. Encender la curiosidad es necesario para nuestro desarrollo en cualquier entorno social.
3- Entender que es preferible hacer las cosas peor que una IA. Pero hacerlas.
4- Ser resiliente con el conocimiento. El placer está en la complejidad, y la complejidad requiere de tiempo para navegarla con comodidad. Alcanzar la instancia placentera de haber aprendido es una experiencia que vale la pena. Y mucho.
5- Esforzarse en la resolución de problemas. Ser tenaz. Pensar, darle tiempo al proceso biológico de asociar, interpretar e incorporar conocimientos. Acelerar procesos lleva a la equivocación y al conocimiento inerte.
Los tiempos de las sociedades contemporáneas se aceleraron a niveles preocupantes. La ansiedad y los problemas de salud mental que enfrentan hoy, en especial, las poblaciones jóvenes prepararon el terreno para hacer un uso equivocado de las IA. El tiempo es un factor innegociable. Hay procesos que no se pueden acelerar.
Borges (todos los caminos conducen a Borges) tiene una reflexión muy atinada a esta circunstancia: “Muchas veces, cuando se dice que tal persona es inteligente se refiere más a que es ocurrente, que tiene algo para decir inmediatamente. Esa persona puede no ser inteligente. La inteligencia puede ser lenta. Si me dan algunos años, soy inteligente”.
La inteligencia se trabaja en el tiempo. Es proporcional: las IA nos ahorran tiempo, pero nos restan habilidades.
Entonces habría que desechar las IA. Tampoco. Sí usarlas con criterio y equilibrio. Bilinkis y Sigman proponen usarlas desde el esfuerzo, la dedicación, con pensamiento crítico, construyendo una identidad y elaborando ideas propias. No hay que dejar de escribir, no hay que dejar de crear. Las IA deben ser herramientas para cultivar habilidades y potenciarlas. Nunca para anularlas.
La educación enfrenta un desafío, sin duda, y hay mucho que reflexionar y actualizar a partir de esta realidad. Al igual que hace 200.000 años, como seres humanos estamos en plena batalla por nuestra supervivencia. La diferencia es que hoy el desafío es el de nosotros contra nosotros mismos.
¿Quién ganará?
Tamaña paradoja.