Un verdadero lujo. Milo Lockett activa la cámara, abre las puertas de su casa y expone su presente dentro del contexto de encierro que nos propone la pandemia. A través del canal Comunidad CADS en YouTube participa de una entrevista junto con el equipo de arte y gestión cultural del Colegio CADS, en la cual comparte conceptos sobre la creatividad, su relación con el arte infantil y el camino que viene trazando como artista popular argentino en su proyección internacional. Algunas pinceladas de su mirada:
“Los primeros días estaba preocupado. Después activé el taller y me ordené. Me amigué con la casa”, dice Milo Lockett. El artista se refiere al miedo por el coronavirus. Para él sólo se vence al miedo atravesándolo, estando atento a los cambios y a las necesidades que surjan. En lo personal, cuenta que en este tiempo se reencontró literalmente con la pintura: debe juntar sus tachos, desordenar y volver a ubicar sus paletas para mantener el foco en la cantidad de cuadros en los que trabaja al mismo tiempo. A veces, más de diez.
“Hay gente que me dice que toma mates conmigo o comparte una bebida porque tiene objetos de diseño que yo creé. Esos productos sirven para masificar el arte”, dice Milo. Su faceta comercial, apunta, no eclipsa el compromiso artístico. Por el contrario, asegura que se puede pintar sin un motivo, por cotidianeidad y placer. Sobre su estilo, dice que es recurrente con la figura humana. Y que se permite es buscar iconos dentro de ese estilo: trazar grafismos, puntos, círculos y agregar variantes técnicas, las cuales define como un avance en su obra.
“El arte de los chicos es el más honesto”, afirma. Para Milo Lockett, los niños no tienen prejuicios y poseen un nivel de imaginación difícil de alcanzar por un adulto. Inmerso en la situación actual de cuarentena, advierte que el encierro le genera estrés a los chicos. “Hay que dejarlos jugar en casa. No hay una estrategia para abordar el arte. Hay que salirse del renglón, rayar la pared”, opina.
Los y las maestras que tuvo en la escuela, tanto en jardín de infantes como en primaria, fueron un motor para dibujar y pintar. Señala que el docente tiene que motivar e invitar al conocimiento. El arte ayuda a estimular la creatividad. Y la escuela debe contener a las familias y generar las ganas de ir a aprender de los chicos. “Mi obra se parece mucho a cómo piensa un dibujo un niño”, concluye.
Milo explica que él encontró el éxito el día que empezó a dedicarse a la pintura y se animó a ir por todo. Su próximo deseo, agrega, es volver a recorrer la Argentina y expresar su arte en diferentes geografías. De hecho, se comprometió a visitar el Colegio CADS cuando pase el aislamiento social.
Como hizo él con su casa, lo esperaremos con las puertas abiertas.